Música del Alma

martes, 12 de febrero de 2013

Perdòn mis hijos



Mi nombre no creo que a nadie le importe, de echo a nadie le importò.
Debido a que nacì con el cabello crespo, mi abuelito materno me bautizò como “El Chino”, vine al mundo en èsta ciudad de Chihuahua en el mes de Agosto de 1970 siendo el quinto de una familia que después fue de seis hijos, tres hombres y tres mujeres. Todos muy unidos desde la infancia pero con diferentes intereses cada uno de nosotros. Nuestro padre era un señor alto, fornido y moreno con un pequeño defecto: Exito con las mujeres.
Mi madre sabedora de ello fue abnegada y siempre prefirió anteponer el amor a sus hijos que pelear por la exclusividad marital. Ellos no pudieron procrear en nueve años y cuando empezamos a llegar uno a uno hasta completar la media docena, eso debió haber sido una gran bendición para nuestra soñadora madre.
Siempre respetè a mis hermanos mayores, me atendían y jugaban conmigo y mi hermana pequeña. Cuando empecè a ir a la escuela fue como despertar a un infinito mundo de amplias oportunidades que nunca desaprovechè. Toda mi vida fuì inquieto y explorè, conquistè y cosechè ricos frutos.
A duras penas alcancè la preparatoria ya que mis fines eran laborales de manera imperante, Trabajè de programador en una estación de radio y por esos tiempos conocì a la que llegarìa a ser mi esposa, nos flechamos en un baile de los que en aquellos años se organizaban en el Parque Moctezuma.
Pronto nos casamos y tuve que pedir consentimiento de mis suegros ya que ella apenas tenía 17 años. Hicimos un bodorrio en toda forma y yo me sentí agusto ya que toda mi familia me acompañò y fue testigo de mi matrimonio. Tiempo después vino el primer hijo, pero por tristeza muriò al nacer y mi esposa entrò en una fuerte depresión.
Yo trabajaba mucho y ella para entretenerse comenzó a trabajar también pero al embarazarse màs tarde, dejó su empleo para dedicarse de lleno a esperar a nuestro bebè que èsta vez nació sano y hasta la fecha de hoy es un niñote de 17 años muy guapo y grandulòn. Con el tiempo vino el tercer hijo, èste en exceso cariñoso y muy querido y apapachado por propios y extraños. Eran tiempos de bonanza.
A pesar de llevar una vida en paz y tranquilidad de alguna manera mi carácter comenzó a cambiar a la par que la terrible Diabetes se manifestaba en mì. No me dì cuenta cuando ni como me tornè enojòn y corajudo a grado de no soportar se me contradijera y eso me acarreò muchas severas dificultades hasta que terminò en divorcio y tuve que alejarme de mi amada familia que tanto querìa pero no lo pude comprender a tiempo.
Dentro de mi entorno laboral había conocido ya a otra buena y hermosa mujer con la cual tuve una niña, esa que tanto querìa tener. Pero finalmente mi explosivo carácter volvió a manifestarse y tampoco pude concretar nada con mi nueva pareja.
La soledad no es buena consejera y en medio de tanto dolor y desesperanza busquè compañía por medio del internet y me lleve a vivir a mi casa a una joven que estaba igual de necesitada de afecto que yo y comenzamos una vida juntos sin imaginarme que se avecinaban dificultades.
Como hombre de trabajo que fuì criado, comencé de nuevo el ascenso en mi economía pero mi nueva compañera no compartìa mis planes y constantemente discutìamos y todo terminaba en su alejamiento del hogar, ese ir y venir constante nunca fue de mi agrado pero se lo soportè para no caer en las garras de  la soledad otra vez.
Antes de terminar el año la vì por última vez pero ya estaba yo resignado a seguir por mi lado y con nuevos bríos me motivaba el saber que ya estaba bien encarrilado en mi negocio, que ya estaba viendo a mi hija otra vez y que tenía la firme propuesta de pedir perdón a mis hijos para que vieran en mì a un padre fortalecido y dispuesto a brindarles lo que les habìa faltado en los últimos meses. Querìa su cariño. PERDON HIJOS MIOS, ESTE DÌA CUMPLO UN MES DE HABER MUERTO Y NO LOGRE MI OBJETIVO…

1 comentario:

Miguel Anguiano dijo...

Te extraño mucho hermano...