
Comenzó como locutor en Nuevo Laredo y posteriormente en Matamoros, pero logra independizarse y al principio fungió cómo locutor, operador, programador, vendedor, gerente y cuando ya no pudo hacer de todo se vio en la necesidad de contratar más personal.
Se distinguió por ser un hombre de carácter, de decisiones rápidas y principios firmes. Muy hábil para hacer buenos negocios pero también para hacerse de buenos amigos, siempre tuvo una política de puertas abiertas, para quienes buscaron un consejo, apoyo o simplemente una buena charla.
Con lo único que se quedó con ganas fue de sacarse la lotería. Contaba que su padre le dijo cuando lo descubrió comprando billetes: hijo un día vas a ser rico pero trabajando, nunca de otra manera.
Todo Tamaulipas tiene historias que contar de Don Antonio: su ejemplo de perseverancia, de fortaleza, de dedicación y de éxito ganado a pulso.
En el segundo aniversario de su fallecimiento, reciba donde quiera que se encuentre, nuestro reconocimiento y admiración.
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