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Hace 33 años llegó un ángel a mí, pero Diosito sólo me lo prestó 30.
He, dolorosamente comprendido, que mis hijos son de Dios
y somos todos en éste momento,
aves de paso.
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Espero guardes, donde tú estás, un rinconcito para una madre
que siempre llora por tí y llorará hasta el último suspiro.
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María Belem González de Gutiérrez
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