El negro para expresar duelo proviene de la antigua Roma, dónde las mujeres usaban vestidos oscuros llamados lugubrias –de ahí el adjetivo lúgubre- para guardar luto a sus esposos muertos.
A lo largo de toda la edad media la gente vestía de blanco en el funeral y se vestía de blanco al difunto.
.
En 1498, Ana de Bretaña se vistió de negro en el funeral de su esposo, Carlos VIII, y puso colgaduras negras a su escudo de armas, argumentando que el negro ahuyentaba el mal y proporcionaba protección, pues se tenía la creencia que el espíritu del difunto buscaba un cuerpo de color blanco al cual poseer y cuando uno vestía de negro en el funeral, evitaba que el espíritu entrara en su cuerpo.
Con la ayuda de los diseñadores de modas de aquellos tiempos, se impuso la costumbre de vestir de negro durante el luto, la cual ha perdurado con el paso de los siglos para llegar muy arraigada hasta nuestros días.
En lo personal, he notado que desde los noventa la gente ya no se sujeta a éstas costumbres tan añejas pues en los funerales y durante el luto cada vez son minoría los que visten de oscuro e inclusive para los difuntos me entregan ropa casual y moderna con algunos detalles a colores vivos, diciéndome que era la ropa favorita del occiso, “el luto se lleva en el alma” afirman con convicción.
Ahora también existen una gama de colores muy variados en los ataúdes, dejando de lado los “lúgubres” que cada vez tienen menos demanda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario