Hace dos años en los periódicos de Caracas era común leer éstos encabezados “Sujeto acabó velorio a plomo limpio” “Funerarias rechazan ejecutados” “ Balacera en funeraria”. Ahora son utilizados para explicarles a los familiares las razones por las que no serán recibidos sus esposos, padres, hermanos o hijos, muertos por más de dos disparos.
La gran mayoría de las empresas de pompas fúnebres en el país y principalmente en las grandes ciudades, han adoptado éstas medidas debido a los crímenes que se han suscitado durante los velorios. Además, el horario del servicio se restringió de las 7:00 hasta las 22:00 sin excepción.
Lo primero que piden a los familiares del muerto es el certificado de defunción. Si viene de la Morgue, informan de inmediato “Disculpe, pero no trabajamos con muertes violentas, sólo atendemos cómo máximo 2 disparos de arma de fuego”.
Se cuenta que en dos ocasiones se han presentado situaciones delicadas. En la primera, un sujeto entró a una funeraria con una granada exigiendo el servicio. No pudieron decirle que no. En la segunda, le pusieron un AK-47 a un empleado sobre el escritorio y negociaron el precio del servicio que era de cuatro millones; finalmente ellos le cobraron 10 millones con la idea de que no podría pagarlos, pero aceptó y no hubo manera de rechazarlo.
Las reglas son claras. Cuando la defunción es por violencia, sea cómo sea, aplica una tarifa adicional por el pago de servicio de vigilancia y es que los altos índices de violencia ha obligado a contratar agentes de seguridad para la velación, mientras, los clientes están al tanto del asunto y lo miran con buenos ojos –de ésta manera estamos seguros todos- afirman con resignación.
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