
Enseguida su cuerpo fue llevado a sepultar al panteón “Jardines de Fátima”, en la ciudad de los vencedores del desierto. El sepulcro fue bendecido por el Señor Arzobispo que acompañó a los dolientes, hasta el lugar de la sepultura.
Tuvo una larga y penosa enfermedad, en la que fue amorosamente atendida por la caridad de las demás monjitas que forman el monasterio.
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